Nehodí sa? Žiadny problém! U nás môžete do 30 dní vrátiť
S darčekovým poukazom nešliapnete vedľa. Obdarovaný si za darčekový poukaz môže vybrať čokoľvek z našej ponuky.
30 dní na vrátenie tovaru
Portomeñe, "a secas", no precisa más presentación. Carismático eintrépido, nadie mejor que él para contar en primera persona losapasionantes avatares de la política gallega desde su mismonacimiento.Sin pelos en la lengua, en este libro los protagonistas son susrecuerdos y opiniones, su visión como político, pero también comociudadano, todo ello aderezado con no pocos "secretos de Estado" denuestra Historia más reciente: prolegómenos, iniciativas, tensiones,recelos, enfrentamientos, filtraciones y relevos. De todo un poco, enla política como en la vida.De las primeras Elecciones Locales y el Estatuto de los 16 a laformación, por primera vez en nuestra Historia, de un Gobiernoautonómico. Las primeras Asambleas de Parlamentarios Gallegos,presididas por Antonio Rosón y José Quiroga Suárez, la elección delprimer Presidente de la Autonomía, Gerardo Fernández Albor, la mociónde censura que llevó a la presidencia de la Xunta a Fernando GonzálezLaxe, y, cómo no, el apabullante éxito y posterior declive delmismísimo Manuel Fraga, timonel del gobierno gallego durante másquince años.Portomeñe, estuvo en la política activa hasta 2008. Pero es en 2014,con la distancia que proporciona más de un lustro alejado de la vidapública, cuando siente la necesidad de narrar los hechos tal como éllos ha vivido, como Testigo y Parte de la historia reciente deGalicia.Entre sus principales logros hay que citar su visionaria promoción del Xacobeo 93. Gracias a su actuación, el Camino de Santiago -y con élGalicia- cobró protagonismo a nivel mundial y sería reconocidoPatrimonio de la Humanidad por la Unesco.A modo de biografía, este libro hace un repaso por los momentos, lossucesos y las personas que más le han marcado: desde sus padres a susenemigos políticos. Y a todos ellos se lo dedica: a sus compañeros deviaje, con agradecimiento sincero, a sus adversarios, sin acritud pero tampoco silencios obligados.